Este ensayo, que da comienzo de una forma majestuosa en la cámara de Luis XIV, nos lleva desde la Antigüedad a nuestros días y desde la habitación de los niños o de las jovencitas hasta la angosta realidad de las celdas, pasando por el dormitorio de una dama, el harén oriental, la alcoba de una doncella o el pequeño salón de recibir de la cortesana más refinada...
Por sus páginas fluyen sutilmente la mística (y a veces el erotismo) de los conventos para muchachas, el imaginario de los cuentos infantiles y sus maravillosas camas con dosel, el exquisito trastorno de los sentidos al entrar en una alcoba con el ser amado... | Acceder