Cuando me siento a pensar en lo que he vivido, me parece increíble que todo comenzara la lluviosa tarde de otoño en que el barón me pidió las manos prestadas. Así finaliza esta novela, que podría tener el mismo inicio, donde un muchacho que no ha nacido rebelde, ni con deseo de ser un héroe, asume un compromiso que le conducirá a iniciar la revolución para defender el legado del hombre que le enseñó a vivir, a amar y a crear. No todos los actos heroicos buscan cambiar el mundo, a veces tienen como fin conquistar una vida digna.
No te asustes de las quimeras, asústate de aquellos que te nieguen el derecho a imaginarlas. Este mundo no sería posible sin los que soñaron lo imposible y se pusieron manos a la obra.
Finalista del Premio Ateneo de Valladolid de Novela 2010 | Acceder