"Las novelas soslayadas de la historia", de Blanca Marina Guerrero

Había una vez..., rezaban las historias que nos contaban, o que nos leían; que recién después, leíamos.

No recuerdo, ni sé de alguien que se hubiera preguntado por la verdad de aquello escuchado, ni de la necesidad de verificarlo. Simplemente escuchábamos el relato, fascinados o asustados, pero creíamos. Tal como nos sucedía en nuestros albores personales, tal cual, debió sucederle también, a la joven humanidad, como sostiene Freud. Albores que se engarzaban en el tinte de la fantasía de nuestros deseos y temores, en doble espejo.


El alimento de la fantasía, la curiosidad por conocer, la necesidad de encontrar sentido ha sido - y parece que para la humanidad también - el gran motor. El relato y quien relataba, trasmitía. Lo que a su vez le había sido relatado. Creíamos que era lo mismo. Pero no lo era precisamente. Luego, se nos acabó el encanto.

Las construcciones conscientes pretenden satisfacernos. Aunque lo hagan insatisfactoriamente. Las creemos, después de todo hay que sostener la ilusión del relato, aunque fantástico. Duro camino el de reconocer nuestra propia autoseducción y la caída en sus redes. Luchar por zafar de la sujeción y luego vernos dentro de lo que deseábamos salir.

Pero aún lo creemos, porque a veces tiene investidura científica. A medida que recorremos diversos caminos tenemos la sensación - otra vez - de que no es lo mismo. Pese a que hay demostraciones y repeticiones de un texto siempre uniforme. Hay retazos del relato que a veces “insospechadamente” encontramos y que “sorprende”. Otra vez la curiosidad. Por eso, ahora, se acabó el encanto de creer.Y será también por la repetición.

Pero, lo llamativo, es que ese texto siempre estuvo allí, sólo hay algunas partes que han sido obviadas, soslayadas, olvidadas, ocultas o con detalles considerados como sin importancia. Se espera - tal como se supondrá - que es precisamente lo que más nos atraerá: el sabor de aquello que nos ha sido vedado. La tentación de la transgresión y la necesidad de saber. La intencionalidad de quien y qué se nos ocultó y que deseamos descubrir.

Muchas veces este movimiento de atracción lo hacemos de buena fe, para ser fieles a la cuestión del encantamiento. Paradójicamente, buscándola. Y precisamente el resultado es el inverso. A veces se desliza otra cosa…

Siempre hemos necesitado registrarnos en la Historia. Suponemos que es la memoria de la identidad. Sin embargo, ésta es la resultante de muchas otras vicisitudes que han circulado, en interacción y en paralelo.

Los convoco para conocer acerca del imaginario colectivo. Con coraje y curiosidad. El mismo material con el que se construyó la humanidad. Y con la inquietud de nuestros días. No es tarea fácil, pero sí fascinante. Desentrañarnos desde el Psicoanálisis de la Cultura. Alrededor de una fantasía, que al modo del mito, nos acompaña. No ocurre por azar, sino, que es el fruto de una construcción de novela colectiva. Que nos deslumbra y al mismo tiempo nos cerca, con sus consecuencias.

Es importante identificar factores con mucha significación que se continúan repitiendo, sin transformarlos en memoria constructiva. Es factible conocerlos.

También permite respirar y construir una Patria, con una identidad genuina y convivir mejor en una República. Siempre será una hipótesis o aproximación. Sólo vislumbrando algo más.

Sobre la autora
Blanca Marina Guerrero
Escritora, maestra y psicóloga nacida en Buenos Aires, Argentina, tiene tres hijas y dos nietos.
Desde los inicios de su profesión hasta la actualidad ha trabajado en Psicología Clínica a nivel hospitalario y privado.
Licenciada en Psicología y Psicoanalista, graduada en la Pontificia Universidad Católica Argentina.
Ha pertenecido al ámbito Forense en Juzgados Federal y Provincial.
Fundó en el Colegio de Psicólogos Provincial de su distrito la Comisión de Psicología Institucional, coordinando, supervisando y dictando cursos de la especialidad. También ejerció los más altos roles jerárquicos en la institución. | Acceder