"Brumas de silencio", de Michelle Willingham

Después de sufrir torturas brutales durante muchos años, Callum MacKinloch logró, por fin, la libertad de sus captores. Sin embargo, su voz siguió prisionera. Él nunca había dejado que nadie oyera sus gritos de sufrimiento. Aunque las cadenas de lady Marguerite de Montpierre eran invisibles, también era prisionera de los designios de su padre y, cuando descubrió que Callum estaba a punto de morir, sintió dolor y una inexplicable y poderosa atracción por aquel guerrero, aunque sabía que nunca podría haber un futuro para los dos. Sin embargo, ella era la única persona que tenía el poder de dominar toda la rabia que había en Callum… | Acceder