"El centinela", de Lublaj Raffle


Si los guardaespaldas son popularmente llamados como "ángeles de la guarda", los detectives como "sabuesos", y los espías como "topos", los centinelas serían los vigías (o más concretamente el término inglés de "lookout", "reconocimiento de eventos" o "reconocimiento de escenarios" - "events reconnaissance", en la definición técnica -). Son los primeros que ven tierra en lo alto de los navíos -"crow's nest"- en medio del mar, y los primeros que ven el peligro en medio del caos y de las multitudes, protegiendo a sus clientes de potenciales daños o amenazas.

Moviéndose entre el riesgo y la discreción, son los maestros de la ocultación y el sigilo. No detienen las balas como los guardaespaldas: evitan que éstas se disparen y, en ocasiones, realizan investigaciones previas o posteriores, para que los detectives puedan detener al agresor.

Pocas agencias de seguridad tienen centinelas, es un servicio caro, sin apenas visibilidad y que no suele ser muy conocido. La mayoría de las empresas de seguridad no ofrece personal experto en seguimiento y anulación, contención o reducción de riesgos, los suelen sustituir por personal de contrainteligencia o por vigilantes.

Por lo tanto, la gran parte de este personal es contratado específicamente por los directores de seguridad y los coordinadores de operaciones, y son formados para desempeñar su valiosa y especializada función por esos mismos departamentos.

En otras ocasiones, también pueden ser reciclados de personal de escolta, detectives, o ex-francotiradores que han perdido sus facultades por la edad o por accidentes.

En "El centinela", Lublaj Raffle nos introduce en el complejo pero apasionante mundo de estas personas, que dedican su tiempo, sus conocimientos y su tesón con un único objetivo: que el resto de personal de seguridad, y por supuesto sus protegidos, puedan desempeñar su labor con mucha más tranquilidad. Son los escoltas por encima de los escoltas, los vigilantes por encima de los vigilantes, los espías frente al contraespionaje. Los ángeles protectores en la sombra, los que pueden guiarte en la oscuridad, y llevar a buen puerto la nave en la tormenta. Y todo ello, sin que casi nadie se dé cuenta.

Si quieres unirte a ellos, prepárate a navegar entre las brumas, por encima de las apariencias y de los escenarios que simulan la realidad. Prepárate a surcar en solitario los inmensos espacios de la imprevisibilidad, donde acechan los peligros más ocultos.

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